“Porque comparto la misma comida tengo el derecho a
llorarme por dentro.
¿O tú prefieres
que diga mentiras cuando nos fallan los experimentos?”
(Buena Fé; "Gracias por el Fuego)
Corría el año 2009. Todavía estaba en
su apogeo uno de los grandes escándalos
ambientales de Cuba, la introducción y posterior
diseminación por los ecosistemas del clarias o pez gato
africano. Fue entonces, cuando todavía era
estudiante de Biología en la Universidad
de La Habana, que supe y comencé a seguir un
nuevo peligro ambiental y humano que se cernía sobre nuestra
sociedad: la aprobación de una
licencia ambiental para la siembra de maíz transgénico.
¿Qué tenía en común este nuevo peligro con la introducción del pez gato? Pues que al igual que en el caso de
la resbaladiza sabandija acuática, los
científico de las instituciones reguladoras fueron presionados por un poder
abrumador y totalitario para aprobar la licencia; no se realizaron consultas ni
se le dio participación a la
población; y se trataba de un organismo capaz de
burlar la bioseguridad, ya que el polen del maíz se dispersa
por el aire.
Decidí seguir el desarrollo del caso tan de cerca como pudiera, pero
con mi graduación en ese mismo año y mi regreso a
mi natal Santa Clara no fue mucho lo que pude hacer a pesar de la conciencia del peligro que todos
corríamos. Alguien debía hacerle
frente a ese poder oscuro y aplastante que se imponía a las más justas causas humanas y ambientales, forzando a
científicos e instituciones a hacer su voluntad una y otra
vez.
Por fortuna,
el casi absoluto silencio mediático fue roto
en mayo de 2010 por un artículo sobre la
siembra de maíz transgénico en
Sancti Spíritus, publicado en Juventud Rebelde por el
periodista Miguel Ángel Val
¿Aquellos que se frotan las manos con la introducción de transgénicos en Cuba
o quienes tienen una posición antitransgénicos? Preguntas que quedarían sin
respuesta por un tiempo.
Poco más de un mes después de la
publicación del artículo de Funes
en Rebelión, el 15 de septiembre de 2010, un grupo
autoconvocado de científicos nos reunimos
en el Centro Nacional de Seguridad Biológica (CSB),
para exponer a los directivos de esa institución reguladora
nuestras preocupaciones, y pedir una moratoria para los transgénicos en Cuba, especialmente el maíz. Participamos, a título
personal, biólogos, médicos, agrónomos y periodistas, entre otros profesionales. Fue la
primera reunión con estas características en la Historia
Ambiental de Cuba. Por la parte institucional participaron Juan Carlos Menéndez, director del CSB; Ulises Fernández Gómez, director
de la Oficina de Regulación Ambiental y Seguridad
Nuclear (ORASEN); y Orlando Rey Santos, director de la Dirección de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente(CITMA). Este último funcionario decidió escapar, digo, retirarse raudo y veloz luego de su
intervención, sin escuchar a los demás
participantes.
En esa reunión fui el participante más joven y,
aunque ya me desempeñaba hacía un año como
profesor de la carrera de Biología de la
Facultad de Cien-cias Agropecuarias de la Universidad Central de Las Villas (UCLV), hice
mi intervención a título
personal, como ciudadano preocupado por el cuidado del medio ambiente.
Allí planteé varias de
mis preocupaciones. Hice notar que en la Estrategia Nacional Ambiental no existía ningún acápite referido a los transgénicos.
Consideré que debían publicarse informes anuales sobre la situación de la transgénesis en
Cuba. Referí que aumentar la producción de
alimentos no justifica la producción de transgénicos, que existían otras
variantes a explorar antes de promover el uso de los mismos, y que hoy se
trataba del maíz pero mañana sería la soya. Sabía que todos
estábamos del mismo lado, pero no tuve más remedio que poner a los directivos del CSB contra la
pared. Denuncié ante los presentes las violaciones del proceso de
autorización y dije en forma de preguntas: ¿Existieron presiones sobre el CSB para la autorización del maíz transgénico? ¿Fue obtenido
por cruzamiento tradicional a partir de semillas de una variedad
transgénica interceptada en puerto? Luego de más de una década, el
pueblo cubano comienza a descubrir que la soya y el maíz transgénicos forman parte de su dieta.
¿Esto constituía un robo de
biotecnología? Todas mis preguntas dieron en el blanco, pues
no pudieron ser respondidas. La respuesta, inaudible para mis oídos, vino de los pasillos, luego de terminada la reunión:¿Cómo se enteró? Pues como
mismo me entero de todo: por telepatía.
Expuse que una
violación como esta podía devenir en problemas de
reclamación de patentes a nivel internacional, lo cual dejaría a Cuba en muy mala posición. Recordé que Cuba es un ejemplo para muchos países, fundamentalmente de América Latina,
y que esta influencia podía ser muy
negativa y dejar muy malparada a la comunidad científica cubana.
Exigí tener acceso a toda la documentación existente respecto a la licencia ambiental para su revisión, y expresé la posibilidad
de demandar a personas o instituciones que tuvieron que ver con la liberación de este producto al medio ambiente. Allí denuncié también las nuevas acciones de la garra peluda, que censuró sendos artículos sobre
los transgénicos en las revistas Juventud Técnica y Bohemia, los cuales nunca fueron publicados.
Poco se avanzó en aquella reunión. La
propuesta de una moratoria contra los transgénicos no fue
aceptada, en cuanto a la documentación solicitada,
toda era restringida y solo estaba disponible el resultado del proceso de
evaluación: la ya conocida aprobación dela
licencia ambiental.
El 6 de
octubre varios volvimos a la carga, esta vez en el Centro Dulce María Loynaz, en el Vedado habanero, donde se desarrolló un encuentro como parte delas actividades por el Día Mundial de la Alimentación, dedicado a
los transgénicos y a la seguridad alimentaria en Cuba. Allí alcé de nuevo mi
voz, compartí mi terrible sensación de peligro
y repetí mis denuncias. Desgraciadamente no participó Marcio Porto, representante de la FAO en Cuba, quien
estaba invitado como panelista.
Mi tercera y última batalla pública fue en
otro espacio autoconvocado y autorganizado, el V Foro Social del Observatorio
Crítico, una organización
independiente de mentes y espíritus
poderosos, que no ha podido ser aplastada por la Seguridad del Estado a pesar
delas persecuciones y hostigamiento a varios de sus miembros. El 26 de marzo de 2011,
en Cocosolo, Marianao, “disparé” mis “Riflexiones
sobre los transgénicos en Cuba”.
Las acciones de la Seguridad del Estado no se hicieron
esperar, acciones que fueron la respuesta a la pregunta de Funes Monzote. Yo, el “antitrans”, era “el enemigo”. Lo que
estos miserables nunca imaginaron fue que gracias a mis “habilidades
telepáticas” pude seguir sus
acciones en tiempo real. Gracias a la labor de sus soplones me ficharon y, ni
cortos ni perezosos, me mandaron a “matar”. Hicieron contacto con la UCLV y orientaron invadir la
privacidad de mi correo y de mis accesos a internet. ¿Qué importaba aplastar mis derechos humanos, si yo era “el enemigo”? Los
resultados de su investigación fueron
notificados al decano de mi Facultad, según su propia
declaración oficial, el 11 de abril de 2011, algo que yo “no supe” hasta un mes
después, el 10 de mayo, cuando me expulsó de la UCLV.
Sorprendentemente, ya el 12 de abril, a un solo día de ser
violado mi derecho a la privacidad, le escribí a un amigo
por mi correo que “los segurosos” me
persiguen, pero lo hacen tan mal que es imposible no darse cuenta”. Por segurosos quise decir oficiales de la Policía Política. Mi castigo
fue la expulsión, cosmética y
legalmente llamada “separación definitiva
de la entidad”. Por supuesto que no podían hacer toda
la tormenta solo de mi participación en el
evento del Observatorio Crítico. El decano se
apoyó sobre todo en “imágenes e informaciones con contenido ofensivo para
terceros”, que aparecieron fortuitamente en mi muro de Facebook, bajo la autoría de un misterioso “Leo Poldo”.¿Casualidad? ¡Qué conveniente!
Ah, pero lo mejor estaba por venir. Mientras agitaba el legajo acusatorio en el que se
había basado para expulsarme, y que nunca se me
permitió leer, me espetó que: “estas personas fueron o son altos dirigentes de la
Revolución Cubana...”. Error fatal
que echó por tierra todo el esfuerzo oculto de la Seguridad
del Estado, cristalizado en el inexpresivo sustantivo “terceros”. Con esa
acusación ratificó que mi
expulsión de la universidad era por motivos políticos, en franca violación de la Carta Universal de
los Derechos Humanos. Desde ese día soy,
extraoficialmente, un Perseguido Político. Sin embargo,
mi reclamación al Órgano de
Justicia Laboral de Base (OJLB) no siguió este camino.
En la misma demostré lo absurdo de los argumentos que se habían usado en mi contra, así como la
gravedad y falsedad de otra acusación, la de
haber revelado en el citado evento público
informaciones científicas de ter-ceros, cuando mi exposición en el foro se basó en los artículos publicados en internet. Mi reclamación fue declarada con lugar, y mi sanción rebajada a seis meses de traslado a una plaza de
menor remuneración o calificación, con
derecho a recuperar mi plaza anterior.
Fui enviado para el Colegio Universitario de Formación Básica (CUFB),
sito en la propia ciudad de Santa Clara. Allí cumplí mi sanción como jardinero, chapeando manualmente áreas verdes y recogiendo basura y desperdicios. Sin
embargo, al término de la misma no fui reintegrado a mis labores como profesor, sino que la
universidad dio por terminado mi Servicio Social, y el Jefe de Departamento
de la carrera de Biología, violando lo establecido, me otorgó la calificación de
insatisfactorio en mi Adiestramiento Laboral, aun sin haberlo terminado. A pesar
de que había cumplido una sanción que me
rehabilitaba, solo querían deshacerse de
mí. Así estaba
orientado por los órganos represivos.
Hice una nueva reclamación al OJLB,
donde esta vez sí valoré las
violaciones contra mí cometidas
desde el punto de vista de los Derechos Humanos, y les dejé copia impresa
para el disfrute intelectual de los represores. Como no logré un resultado significativo, decidí que no valía la pena continuar a niveles superiores una reclamación que nunca disfrutaría de justicia
en este sistema
despótico y totalitario. Unos meses después me uní al Foro
Antitotalitario Unido (FANTU), actual Unión Patriótica de Cuba.
Hoy vuelvo a pelear una batalla necesaria, ante el avance
galopante del antiético engendro científico llamado maíz transgénico cubano
FRBt1. No puedo callar un día más. Aquí está la verdad:
Para obtenerlo cruzamos la variedad cubana FR-28 no transgénica con una
variedad transgénica que contenía el evento de
transformación TC 1507. Este evento de transformación pertenece a la compañía Monsanto, y
su utilización no autorizada constituye un robo de propiedad intelectual y
una violación de los derechos de la compañía sobre su transgénico
patentado. La creación y continuidad del uso de la variedad FRBt1 es una
falta de ética empresarial por parte de lCIGB, una
mancha imborrable para la Biotecnología cubana, una
falta de ética profesional de los científicos que la realizaron, y una infamia para el Estado cubano por
haberla permitido. Además demuestra
el doble rasero
y la falta de coherencia del gobierno ante la Organización Mundial del Comercio, donde periódicamente Cuba denuncia a Bacardí por el robo de la marca registrada Havana Club,
mientras por otra parte hace y deshace a su antojo, ya sea robándole un transgénico a
Monsanto o el Microsoft Office a BillGates No consultar a la población su opinión sobre los transgénicos es además una violación del
Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, que Cuba firmó, el cual recoge la obligatoriedad de estas consultas. La
negación de información sobre el
impacto ecológico de los cultivos transgénicos a la
población representa una violación de la Ley
81 de Medio Ambiente. Los más de diez años alimentando a esa misma población con maíz y soya
transgénicos sin informarlo son una flagrante violación a los derechos del ser humano, al no tener los
ciudadanos el derecho de opción sobre qué comer o qué no. Solo me resta
decir: “Toda la gloria biotecnológica de Cuba cabe en
un grano de maíz transgénico”
Carlos Alberto Martínez Muñoz.
Alumno del
Instituto Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) “Ernesto Che
Guevara” del 2000 al 2003. Graduado de Licenciatura en Biología en la Universidad de La Habana, en el 2009.
Profesor de Antropología Biológica, Biología de la
Conservación y Trabajo Biológico de Campo
II en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, desde
2009 hasta el año 2011. Expulsado de su cátedra por
recibir comentarios considerados subversivos por las autoridades universitarias
y gubernamentales en su página de Facebook . Nació y reside en
Santa Clara.
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