Tanto
Ortega como Pastora, nicaragüenses los dos, conocieron las cárceles
de Somoza siendo muy jóvenes. Pastora, hijo de la burguesía media
propietaria de tierras, contaba veinte años cuando en Cuba
triunfaban los barbudos. Ortega nació en 1945 en un medio modesto.
Al inicio de la década de los sesenta participó en la lucha dentro
de las filas de las organizaciones juveniles antisomocistas.
El
Frente Sandinista de Liberación Nacional, creado en mayo de 1961 por
Carlos Fonseca Amador y Tomás Borge, agrupaba mal que bien diversas
tendencias. Los dos fundadores manifestaban sensibilidades políticas
diferentes. Amador era castrista mientras Borge se reclamaba seguidor
de Mao Tse Tung. Con los años, en el seno del FSLN se definieron
tres corrientes: la «guerra popular prolongada» (GPP, maoísta)
preconiza la lucha desde el campo. La tendencia marxista-leninista o
«proletaria»
de Amador y de Jaime Wheelock se apoyaba en un proletariado
embrionario. La corriente «tercerista» o «insurreccional»,
animada por marxistas disidentes y demócratas, trabajaba a favor de
la estructuración de la guerrilla urbana. Pastora pertenecía a esta
tendencia, mientras Ortega se unía a la corriente de los
proletarios. Daniel Ortega entró en la revolución por compromiso
político, Pastora para vengar a su padre, opositor demócrata
abatido por la guardia somocista. Tras las huelgasinsurreccionales de
1967 que siguieron a las elecciones presidenciales amañadas, Pastora
fue detenido y torturado (cuando sangraba, se le obligó a beber su
propia sangre). Una vez en libertad, emprendió una operación de
castigo contra sus torturadores. Le acompañan dos guerrilleros,
Daniel y Humberto Ortega. Más tarde le llegaría a Daniel Ortega el
turno de caer en las garras de la policía somocista. Edén Pastora,
por su parte, que continuaba dedicado a estructurar la guerrilla, fue
recibido por Fidel Castro, y reafirmó su adhesión a la democracia
parlamentaria estrechando lazos con los demócratas centroamericanos,
como el costarricense Fugueres yel panameño Torrijos.
Ortega
fue puesto en libertad en 1974 después del secuestro de un
dignatario somocista. No tardó en tomar el primer avión con destino
a La Habana mientras Pastora permanecía al Iado de sus combatientes.
En
octubre de 1977 se organizó la sublevación de diversas ciudades
nicaragüenses. Derrotados por la guardia y bombardeados por la
aviación somocista, Pastora y Ortega optaron por replegarse en la
jungla. En enero de 1978 el país se vio agitado por los disturbios y
en agosto de ese mismo año Pastora tomaba por asalto la Cámara de
los Diputados. Entre otros logros, obtuvo la liberación de todos los
presos políticos, incluido Tomás Borge. Daniel Ortega se dividía
entre La Habana y el frente norte
de
Nicaragua. En el curso de un ataque a Masaya, murió Camilo Ortega,
uno de los hermanos de Daniel. La insurrección general, bien
estructurada y apoyada por consejeros cubanos, fue ganando terreno.
Los mandos del FSLN, que se habían replegado en Cuba, regresaron a
Nicaragua. Al
sur
de Managua, Pastora y sus muchachos luchaban encarnizadamente contra
las unidades de elite de la Guardia Nacional. Tras el triunfo de los
sandinistas en julio de 1979, Pastora fue designado viceministro del
Interior mientras Ortega era elegido, lo que no fue sorpresa para
nadie, presidente de la República. Ortega se alineó abiertamente
con Cuba y hacia Managua afluyeron consejeros militares
e
«internacionalistas» de la isla caribeña. Edén Pastora, cada vez
más solo en su adhesión a democracia parlamentaria, dimitió en
junio de 1981 y organizó la resistencia armada del sur del país.
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